Organización Argentina de Instructores

Asociación Civil - (Resolución I. G. J. Nº 000191)

Fuente: Salud y Deporte.consumer.es

El sedentarismo ha aumentado de modo espectacular en las últimas décadas. La mecanización y el desarrollo de la electrónica han reducido el trabajo manual, y caminar ya no es un modo común de transporte. Se cree que el auge del sedentarismo favorece la aparición de dos grandes problemas de salud:

1. Favorece el avance rápido de enfermedades crónicas, como el infarto o la angina de pecho, la obesidad o la diabetes, que comienzan a muy temprana edad (a los 10-15 años) y se van desarrollando lentamente, hasta que se manifiestan al cabo de los años como una enfermedad.

2. Provoca una pérdida acelerada de la movilidad de las articulaciones y de la fuerza muscular, todo lo cual empeora notablemente la calidad de vida de la persona sedentaria cuando llega a la vejez.

Se sabe que la mejor manera de evitar este deterioro es realizar ejercicio físico de modo frecuente y adaptado a cada individuo; cualquier edad es buena para comenzar.

 Por qué es conveniente hacer ejercicio físico de modo frecuente?

1º. El Colegio Americano de Medicina del Deporte, la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Cardiología afirman que la actividad física frecuente protege contra el avance de varias enfermedades crónicas que comienzan desde niños y evolucionan progresivamente. Las enfermedades más importantes sobre las que el ejercicio físico ejerce una acción protectora son: las del corazón (que desembocan en el infarto de miocardio o la angina de pecho), las de los vasos sanguíneos (hipertensión, accidentes cerebro-vasculares), las del aparato digestivo (cáncer de colon) y las debidas a alteraciones del manejo de la grasa (obesidad y colesterol alto), de los glúcidos (diabetes tipo II), y del calcio (osteoporosis).

Para evitar, en lo posible, la impresionante pérdida de resistencia, fuerza muscular y movilidad de las articulaciones que se da con la edad en las personas sedentarias, y que acaba llevándoles a tener que depender de los demás cuando, por ejemplo, no pueden vestirse por sí mismas por falta de movilidad articular, no pueden levantarse de la cama por falta de fuerza muscular, o no pueden pasear con los nietos por falta de resistencia.

. Además, otras personas lo realizan para mejorar su forma física, para poder hacer con más facilidad las tareas de la casa, y porque les ayuda a bajar de peso y a sentirse mejor.

¿Cómo actúa el ejercicio físico para prevenir esas enfermedades crónicas?

El ejercicio físico habitual actúa previniendo o mejorando los factores de riesgo de esas enfermedades. ¿Qué son los factores de riesgo?: son factores que favorecen que el avance de las enfermedades crónicas evolucione más rápidamente. En otras palabras, que, por ejemplo, la obstrucción de las arterias del corazón se produzca más velozmente. Por ejemplo, los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares clásicamente admitidos por la Organización Mundial de la Salud y por la Sociedad Internacional de Cardiología son: el tabaquismo, la hipertensión arterial y los niveles altos de colesterol en la sangre. Desde 1994, la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Cardiología han afirmado oficialmente que el sedentarismo es un factor de riesgo tan importante como los otros tres, y probablemente independiente de ellos, aunque esto último está por confirmar.

¿Qué efecto tiene el ejercicio físico regular sobre esos factores de riesgo en personas que están aparentemente sanas?

Está firmemente establecido que el ejercicio físico de resistencia aeróbica practicado de modo frecuente por personas aparentemente sanas se suele acompañar de una disminución de la tensión arterial de reposo, de los niveles de colesterol total en la sangre, de la cantidad de grasa corporal y de la resistencia a la insulina, es decir, de varios factores de riesgo. Además, parece que disminuye la ansiedad y la depresión. Estos efectos del entrenamiento de resistencia aeróbica rebajan el riesgo de desarrollo de una enfermedad cardiovascular y la mortalidad del hombre de mediana edad. Los efectos del entrenamiento de fuerza sobre los factores de riesgo y los indicadores de la salud están menos estudiados, aunque varios trabajos sugieren que el entrenamiento de fuerza se acompaña de una disminución de la cantidad de grasa corporal, de la resistencia a la insulina, del riesgo de fracturas y de caídas, de una mayor sensación de bienestar y de una mejora de la capacidad para llevar a cabo las tareas de la vida diaria.

¿Está demostrado que el ejercicio físico frecuente protege contra el riesgo de tener un infarto u otro tipo de accidente cardiovascular?

Sí. Por ejemplo, resultados de diferentes estudios epidemiológicos realizados a gran escala han demostrado que las personas que hacen ejercicio físico de modo regular tienen de media cuatro veces menos posibilidades de tener un accidente cardiovascular que las personas sedentarias; igualmente, disminuye el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular en los próximos años en aquellas personas sedentarias que comienzan a hacer un programa de ejercicio físico y no lo dejan. Si además se tiene cuidado con la dieta (disminuyendo la ingestión de grasa de origen animal) y se deja de fumar, el beneficio será todavía mayor.

¿Se puede explicar con un ejemplo concreto cuánto y cómo se puede beneficiar de un programa de entrenamiento una persona que tiene factores de riesgo?

Sí. Supongamos, por ejemplo, que un varón de 50 años tiene unos valores de colesterol total en sangre de 250mg/ dl y de colesterol-HDL de 25mg/dl, una tensión arterial en reposo de 150/ 90 mmHg, y fuma un paquete de cigarrillos al día. Según un estudio muy conocido publicado en 1967 y realizado en Framinghan (Massachusetts), sobre más de 5000 personas de edades comprendidas entre los 30 y los 74 años, esa persona tiene un 33% de probabilidades de tener un accidente cardiovascular en los próximos 10 años, lo que supone más del doble de probabilidades que la media de las personas de su edad (14%). Pues bien, según ese estudio, si esa persona decide realizar un programa regular y adaptado de entrenamiento físico y además disminuye la ingestión de grasas de origen animal durante sus comidas, no será improbable encontrar que, después de entre tres y seis meses de haber comenzado el programa, sus valores de colesterol total de sangre sean próximos a 225mg/ dl, los de colesterol-HDL de 30mg/ dl, y su tensión arterial de reposo sea de 140/ 80 mmHg. Esa mejora de sus factores de riesgo hará que la probabilidad de que tenga un accidente cardiovascular en los próximos 10 años pase del 33% al 24%. Si además deja de fumar, al cabo de 5 años esa probabilidad habrá disminuido hasta el 16%, es decir, la misma que la media de las personas de su edad.

Hemos visto que el ejercicio físico practicado de modo regular disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, hay muchas personas que ya la han desarrollado, como por ejemplo las que han tenido un infarto o una angina de pecho, o tienen la tensión elevada. Otras están diagnosticadas de diabetes, o de algunas enfermedades respiratorias, o son obesas u osteoporóticas...

 ¿Es conveniente y efectivo que estas personas hagan un programa de entrenamiento físico regular?

Sí. Se considera que, en la mayoría de los casos, el entrenamiento físico es un tratamiento complementario muy efectivo de esas enfermedades, siempre que se haga en las condiciones adecuadas.

Además, las personas que tienen estas enfermedades son las que más se benefician de un programa de ejercicio físico.

¿Está demostrado que el ejercicio físico es un buen tratamiento en las personas que ya han tenido una angina de pecho o un infarto de miocardio?

Sí. Existen argumentos muy convincentes para asegurar que el ejercicio físico practicado de forma regular, por personas que han tenido un infarto agudo de miocardio o una angina de pecho, reduce el porcentaje de muertes producidas después de que se haya manifestado la enfermedad. Por ello, el Colegio Americano de Medicina del Deporte considera que la mayoría de esas personas deberían realizar programas de ejercicio físico prescrito individualmente para mejorar su salud física y psíquica. Por ejemplo, un estudio realizado por el Profesor G. Schuler, de la Clínica Universitaria de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, encontró que, sometiendo a enfermos diagnosticados de angina de pecho estable a un entrenamiento diario de 20 minutos y a una dieta pobre en grasas de origen animal durante un año, se observaba en dichos sujetos una pérdida de peso del 5%, un descenso de su colesterol total en sangre del 10%, una mejora de su condición física del 23%, una mejora o un "no empeoramiento" de la enfermedad de sus arterias coronarias responsables de su angina de pecho, y una menor mortalidad. Estos resultados eran mejores que los que tuvo otro grupo de sujetos a los que se realizó el mismo tratamiento pero sin añadirles el programa de entrenamiento físico. En personas que habían tenido un infarto de miocardio se han encontrado resultados parecidos.

Wednesday, November 3, 2010 9:19:00 PM